Yo tengo la intención de ser estudiada, triste mío, como cuando se abren las piernas para que los helados instrumentos del médico espulguen la matriz maldita de la estéril. Era mayo. ¿Me vería desde allí, en aquella tarde tormentosa después de la caída? Él y otros intentaban salir del cesto de basura, yo les cantaba para poco a poco llevarlos a dormir, para poder regresar a mi cuarto, vencida, sabiéndome fría vasija donde se pudren las frutas.

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